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elsaltodelarana

El Pescador

El Pescador

 Autor:Javier Adriani
Nacionalidad: venezolano
Dirección: calle h, Urb. Alto Chama, Mérida, Venezuela
Telefonos: (0414) 374-0473
E-mail: gerencia@dacko.net
Titulo: composición #1
Técnica: Metal
Tamaño: 45 cm    
Año: 2005

El Pescador.

Se forma un círculo en el aire y la liviana red cae al agua.
Un instante después surgen a su mano unos plateados peces saltarines.

El círculo se forma constante e invariable y cada vez que el viejo lanza la atarraya, ésta se abre en forma majestuosa y una y otra vez cae al agua reclutando en su seno alguna presa.

Bocachicos, carpeticas, bagres, robalos, y algún cangrejo no invitado, caen en la red.

En otros lanzamientos, vienen curbinas, icotíes, armadillos y hasta algún que otro pámpanos.

“Cuidado con la serpiente”, me comenta. Y la veo venir. Su color oscuro se puede confundir con un madero que vaga con la corriente. El agua la arrastra caño arriba y ella se deja llevar, va como aletargada y enrollada y su cabeza sobresale en la superficie.

El agua sube con la marea y vienen peces en la subienda.
Que felicidad, peces a montón.

Pero no todo es alegría, cuando la corriente baja hacia la playa, nada, se lanza de nuevo la red, haciendo amagues en vano y no se logra sacar gran cosa, muchas de las veces sale vacía, se acaba la esperanza...

El hombre alto, de cara sonrosada y curtido por el sol, sonríe, dispara rayos azules de sus ojos. Tiene una gorra en la cabeza que cubre su blanco pelo que lo resguarda del sol.
Usa una franela blancay curtida y su pantalón kaki que lo arremanga hasta la rodilla, son sus vestimentas.

Allí observa con atención el ocre agua y como conociendo como, donde y cuando, se prepara para lanzar la red. Con nuevo esfuerzo y en un envión, ésta sale de sus manos, abriéndose como las alas de una mariposa en pleno vuelo,
solo un cordel quedaba atado a su mano.
La mariposa cae al agua para atrapar en su interior a los peces que eran adivinados desde la superficie.

El viejo se mueve consustanciado con el ambiente; con los manglares que bordean el caño, con el cielo límpido azul y claro, con los animales que se esconden en los agujeros, con el agua fresca y oscura llena de peces, que sube y baja dependiendo de la luna, con los atardeceres frescos llenos de brisa, con el calor insoportable del día y hasta de la noche, con lo árido del paisaje, con el hábitat, con los coloridos pájaros, con la vida misma.

Caminamos caño arriba, entre los meandros que formaba la corriente. El viejo me indica que me quede detrás de él y va observando los recodos, que se van volviendo profundos con pasmosa rapidez y que logran cubrir a una persona. De nuevo replica ”Ven al centro detrás de mí”.
El viejo escoge un punto y allí escruta el agua con sus ojos azules que se tornan en grises viendo hacia el horizonte, y allí con una sonrisa en los labios lanza de nuevo la red.

 

Rubén Patrizi

 

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