Blogia
elsaltodelarana

Perico

Perico


Después de tomarse unos tragos, sale del bar, prometiendo volver a las mujeres que lo acompañan entre risas, abrazos, y besos.
Perico era vendedor, y uno muy bueno. Su especialidad era venderles mercancía a las mujeres, en los bares y en los burdeles. Vendía por cuotas semanales, iba a los negocios del centro, y a la zona roja. Tenía muchas clientes y casi todo lo que llevaba era vendido con jugosas ganancias para él.
Con su parsimonia, su voz, sus ademanes correctos de gran vendedor y gestos convincentes, lograba vender toda su mercancía.
Vendía; perfumes finos y caros, agua de colonia, de rosas, prendas femeninas de ultima moda. Lo más selecto en el mercado en ropa interior. Vendía joyas, oro y fantasía fina. Lograba conseguir lo que le pidieran, hasta fármacos si fuese necesario, pero eso si con mucha cautela......
Así que Perico era esperado todos lo viernes y sábados. Se formaba un bazar en los negocios, entre risas y jolgorios. Él salía triunfador y con el bolsillo lleno de dinero.

Perico empezó a vivir en la calle desde los diez años, su abuela le conminaba a estudiar, le decía, que aprendiera un oficio, para que se defendiera en la vida.
Perico creció con su abuela. Sus padres fallecieron cuando él tenía cinco años. Ella lo cuidó y lo ayudó a levantarlo, mientras le duraban sus fuerzas para trabajar. Pero el tiempo inexorable, la imposibilitó. Las enfermedades modernas, la esclerosis, la osteoporosis, la tensión, la caída de la columna vertebral, sostén de su cuerpo, imposibilitaron a la pobre anciana, y ya no podía dar más de sí. Lo crió hasta donde pudo, y así,que Perico tuvo que salir a la calle para poder cuidar de los dos.

Al principio trabajaba en una panadería, hacía mandados, atendía mostrador, y aprendía a elaborar el pan. Se juntó con un grupo de vagos que vivían en la calle del barrio. No hacían nada, si no mirar pasar a las mujeres, decirle cualquier cosa, fumar y tomar cerveza, a veces iban a la cancha y pasaban el día jugando, otras, con las barajas en la mano todo el tiempo, haciéndose trampas unos a los otros y empezaban a fumarse los porros. Empezó con algunos de ellos a robar a los obreros que salían de las fábricas los viernes. Escogían a sus victimas, lo seguían hasta que lograban robarlo. Así creció Perico, pasando trabajo con su abuela, el amor de su vida, la única persona que lograba amansarlo. Perico siguió acompañado con sus amigos, robando, asaltando, desvalijando carros. Un día una redada. La policía, lograron apresarlos a todos. Solo dos lograron escapar, recibiendo cada uno un tiro. Perico recibió uno en la pierna que casi la pierde, el otro recibió un tiro en la espalda y apareció muerto el día siguiente en el callejón. Perico logró huir. Su abuela lo curó junto con unos vecinos que lo escondieron y por más de tres meses. Perico estuvo al borde de la muerte. Pero logró salvarse. Perico cambió. Se apartó de la droga, se aparto de la bebida, de las malas compañías. Se ganó un dinero en la lotería. Un día compró un número y lo pegó. No se dio cuenta si no hasta el tercer día y casi no lo cobra. Perico compró mercancía y empezó a trabajar con ella. Primero vendía en el barrio, trabajaba con artículos de primera necesidad, y vendía a plazos. Amenazaba a las personas que no le pagaban con quemarle el rancho, no le robaba a nadie, pero tampoco permitía que lo robaran......
Perico se compró un reloj de oro, un carro grandote. Se mudo de barrio, compró una casa de dos plantas en un sitio más elegante, se llevó a su anciana abuela y consiguió quien la cuidara.
Perico tenía de todo, pero le faltaba algo, Llevaba varios años trabajando, era ya cercano a los cuarenta y estaba solo. Aún permanecía soltero, no tenía hijos, era bien parecido se mantenía bien, su color de piel lo ayudaba. Era de esas personas que el tiempo le pasa por un lado sin rozarlos. Un día la vio, iba sola, con su pelo al viento, negro, largo, vaporoso. Iba con sus libros apoyados en su seno y caminaba lentamente, feliz y despreocupada de la vida. Salía del liceo. Perico se le acerca, la invita a pasear. Ella llevaba su uniforme, aceptó y se monto en su carro.

Todos los mediodías, venía un lujoso carro a las puertas del liceo. Llegaba a buscarla, la llevaba a su casa, la visitaba por las noches, salían, comían helados, iban al cine. Toda una historia de amor. Se casa Perico, hay una gran fiesta, lleva a sus amigos, beben, brindan, son felices. Montó un negocio. Lo llenó de mercancías, allí puso a trabajar a su suegra, a sus cuñados.
Perico continúa con su negocio de los viernes y sábados. Les vende mercancía a las mujeres que trabajan en los bares y en los burdeles. Un día hay una pelea en uno de ellos, estaba en el sitio menos indicado en el día y hora. Una mujer con una navaja muy grande en la mano, gesticulaba y gritaba amenazando a todos,con cortar a quien se le acercara. Estaba loca de rabia, de ira contenida en una vida miserable, llevada muy dentro de sí. Años de rencor, de odio, de dolor.
Perico la conoce, le había vendido por años, es su cliente, se le acerca, le habla suavemente, la convence; solo como perico saber hacer. Le quiere quitar el arma, ella se va dejando, se suaviza mira hacia abajo, sus lágrimas caen por su rostro, sus ojos se ocultan, su pelo enmarañado cae y cubre por instantes su cara, que tiene rictus de sufrimiento, de dolor. De repente en un arrebato de locura, sin pensar y en un segundo, lo hiere, lo ensarta.

Perico cae, se queda mirando hacia el cielo, hacia arriba, donde titilan las estrellas como va titilando su corazón, que se va apagando. Su palpitar se distancia, se extingue como su vida, que se va sin retorno.

 

Rubén Patrizi

derechos reservados

www.vocesysusurros.3a2.com




0 comentarios