El Juego
SAMYS MUTZNER
Campos de Trigo
s/f | óleo sobre tela | 60 x 60 cms. Pintor Venezolano
El juego
Coleo.__Pido limpio__.Todos los niños se miraron. La sonrisa irónica da paso a ceños fruncidos . La incertidumbre y el abuso del jugador, enseria los rostros de los niños que observan el juego.
__Pido limpio__Continua. Siempre se adelanta, cae con su canica en el hoyito hecho en la tierra, pasa la palma de su mano y comenta.
__Esa metra es mía.La saca del hoyito, toma otra metra en sus dedos, hace un voleo y le pega a otra , con un tiro certero y limpio casi sin apuntar, con una puntería impresionante. Todos se miran los rostros y el rubicundo gordito sonríe. Todos exclaman al unísono “ Tremenda puntería la del coño ese”.
El toma su metra. Ya lleva tres fuera y sigue jugando. Sigue lanzando tiros, hasta sacarlos a todos del juego.__Ahora juguemos rayo_. Replica. Ya atardecía , todos estaban extenuados, llevaban casi todo el día jugando.Este era un campeonato organizado por los del municipio, reunían todos los años a los niños, desde siete hasta los catorce años, y por tres días jugaban y hacían deporte. Jugaban al trompo, a elevar cometas, a correr sacos, a correr unos detrás de otros a ver quien era el vencedor o el más rápido y al final, regalaban medallas, ropa o calzado, que donaba algún comerciante.
Venían niños de todas partes, sin distingo, jugaban con entusiasmo, venían los limpiabotas y muchachos del vecindario, venían los negritos, los inditos, los niños ricos, y los niños pobres, todos estaban unidos y jugar era la consigna.
Hoy estaban cansados, era el primer día y este había sido muy largo, jugaban la última partida del día.
Marcan un triángulo en el piso, lo llenan de metras y se reparten las salidas. Están casi preparados para jugar cuando de pronto:¡“Coleo”!. Un grito, salió no se sabe de donde, entraron como una tromba unos cinco a ocho muchachos, grandes.”No son jugadores”. Comentaban después algunos.
Corrían dando empujones como en un partido de rugby. Tomaron las metras del rayo y desaparecieron por el monte, en un santiamén.La confusión fue grande, todos quedaron estáticos por un instante, quietos, anonadados, segundos eternos.
La primera reacción fue perseguirlos, tomar unas piedras y lanzárselas pero todo fue inútil. Los bandidos volaron con todas las metras que estaban depositadas en el rayo.
La pelea
El nuevo día aflora con alegría juvenil. Las flores de cayena, que inundan el parque, adornan con sus rojos y blancos. La mañana es fresca e hialina. Se anunciaba un buen clima.
Llegan los contendores, algunos con sus cajas de trabajo a cuestas. Llegan los negritos y los inditos, vienen llegando los niños ricos y los niños pobres. Todos se juntan sin distingo, juntan sus alegrías, sus ganas de vivir, su juventud, todos hablan entre si, comentan sus lances, las jugadas, las metras perdidas, los cometas que se elevan más alto, los trompos que más giran, hablan sobre el coleo de la tarde anterior y se preparan por si regresan de nuevo.
“Doy la piedra y no la recibo”. Así grita un niño que quiere ser el primero en abrir la mañana, en abrir las tandas que se van a jugar.
Se comienza a delinear los equipos.Piedra, papel y tijera.
Tijera corta papel.Papel mata piedra.Piedra rompe tijera.Y así hasta el que gana en los tres lances escoge a su grupo.
Los que ganan siempre escogen a los mejores.Empiezan a estipular las reglas. Comienza el diálogo, las reglas, las normas, las leyes, la democracia.
Hacen un nuevo triángulo en el piso, una marca hoyada en la arena bien visible. Hacen su raya de vigor, lanzan , los que quedan mas cerca, son los que empezaran primero..
Aparte otro grupo jugaba pepa y palmo en un sitio adyacente, también con sus reglas y sus clavaos, pido limpio, pido sucio, que sin levantar la metra, que tiro con uñita, que la bolondrona y que esta no porque es mi juguita.
__Quítame la paja del hombro.Se empiezan a dar puñetazos, izquierdazos, derechazos, patadas y al piso. Un abrazo como de oso, se arañan, dando volteretas en la tierra levantando una polvareda, pelean como perros salvajes.
Los muchachos circuen a los contendores, unos gritan aupando y apoyando a su favorito, otros gritan “Sepárenlos, sepárenlos”.
Así se van dando, hasta que cansados de pegarse por quítame esa paja, se separan. Uno con lágrimas en los ojos y lleno de ira, otro con moretones en las mejillas y un hilillo de sangre en los labios.
Se miran fijamente. A veces se vuelven a golpear, otras veces sonríen y se dan la mano, olvidando así como empezó el percance. Otros se separan y se retiran insultándose , mirándose feo, yéndose lejos con su grupo.
El Rayo
Empezó el primer tiro, donde la juguita sacó del rayo tres metras tan rápidamente que los jugadores quedaron sorprendidos.
El numeroso grupo de muchachos están pendientes del juego. Esta es la gran partida y la ultima del día. El grupo de los aragueños están bien preparados, tienen unas juguitas muy vistosas; bastante brillantes y relucientes.
Los andinos con su fama de buena puntería están sobrados para ganar
Y los caraqueños que practican casi a diario.
Estos juegan entre los callejones, entre las escalas que suben los cerros, en el solar de los ranchos y entre las casa de barro.
Entre ellos hay muchos campeones. Está el de Carúpano que ya es viejo en estas lides. Pegaba hasta en diez metros de distancia y lograba sacar hasta cinco metras del rayo con un solo tiro, con ese tiro de pujinche que tenía. Proeza difícil de superar en estos días.
El vencedor de varios juegos va jugando con otros vencedores, hasta así ir eliminando grupos y jugar contra otros que van entrando. Hasta eliminarse entre ellos, y quedar los mejores.
Allí se juegan sus tesoros. Sus reales, sus bolondronas, las barajas de béisbol, y hasta una buena navaja suiza, sacada, quien sabe donde.
Rubén Patrizi
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