El Barquito
El barquito tiene una vela, una triangular de las que llaman latina.
Está en el centro del enorme patio de la casa, rodeado de un mar sereno de verde césped.
Y todos los niños se montan en él . Juegan y sueñan en navegar.
Al encaramarse en el barquito, empieza la transformación, el cambio.
La imaginación se traslada a otro tiempo, a otro sitio, y el verde cesped se transforma en un azul profundo con altas ondas y vaivén de mares, y ribetes de espuma que coronan las altas olas.
Se hincha el velamen, la vela se mece con la brisa que viene haciéndola bailar y el barquito empieza a navegar rumbos inciertos, bajo cielos índigos moteados de blancas nubes.
El capitán, con su parche en el ojo ordena a los hombres maniobras de alta mar.
Izar la mayor y el maestre con silbatos y pitos estridentes acusando recibo de la orden del superior.
Bajar las escotas, mirar las relingas y cuerdas y observar el palo mayor.
Con los gorros de papel todos los niños en las tardes después de la escuela juegan al grumete, al marinero, a navegar.
Allí están todos, el mayor que sueña ser capitán y con el parche en el ojo, juega a ser un brioso pirata, aventurero y un romántico galanteador de siete mares.
El capitán, junto al timonel, gritan a los grumetes, miren las gavias, ojos con los trinquetes y a montar en el palo mayor, izar banderas, preparar cañones, lavar la cubierta y un arreglar el cordaje. Sinfín de órdenes, todas obedecidas al instante, y sin dilación.” A la orden capitán. Si señor”. Todos en un corre corre, trabajan en el barco, haciendo gran conmoción.
La imaginación despliega velas, y aparece un foque a ayudar a capturar más viento.
El barco se mece entre las grande olas, otean el horizonte lleno de nubes y se disponen a virar. El vigía divisa tierra y lanza un grito estertóreo “ Tierra a la vista”
Observan con su catalejos de cartón las montañas de la isla, el río que baja por su falda y la cascada que rompe la monotonía del paisaje
“Bajar los botes “ Ordena el capitán.
.........Y suena la campana. La madre todos. “¡A merendar!”.
El embrujo desaparece, el mar se aquieta de pronto y cesa el vaivén y la espuma blanca y el azul se transforma de nuevo en verde y regresa la realidad.
Las banderas dejan de ondear y el barco, retorna a su estado original.
Se convierte de nuevo en el barquito de los juegos.
Todos los niños corren a merendar
El barquito queda en el patio con su palo mayor y su vela cuadrada esperando a otro día en que los sueños lo transformen en un gran galeón y lo pongan a navegar.
Rubén Patrizi
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carmen maria camacho adarve -
abrazos