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Carlitos

Carlitos

 Vibración Jesùs Soto artista Venezolano

Carlitos

Diariamente Carlitos anda por el camino que lleva al río. Allí juega con las cayenas que se asoman curiosas en la cerca del convento. La toma sorbe su jugo, la dulce miel que tiene la flor, toma otra, y otra. Se cansa, empieza a golpearlas con un palo ya saciado, una a una las que sobran, no se salvan ni las hojas
dejando a las ramas peladitas, como en una recogida de café.


Cansado de tremendear, saca su china (honda) del bolsillo, y les lanza piedras a los pájaros, que se dan un banquete en las matas de mango... No le atina a ninguno, logra bajar unos mangos con sus piedras y allí en la vereda se come los más ricos, deliciosos y sonrosados, robándoles los más maduritos a los pájaros. A veces baja los verdes para untarlos con sal, golosina que gusta mucho a los muchachos de por acá

De allí sigue al río al terraplén donde le esperan sus amigos para jugar una partida de metras (canicas)."Pepa y palmo", le dicen algunos." No juguemos rayo". Dicen otros, recién venidos de los andes con fama de buena puntería.


Allí se reúnen los niños en grupo, sin preocupaciones ni
rencores, juegan a divertirse, juegan: a elevar papagayos (veleta), juegan a la ere, al trompo, en el andén que hizo el municipio.
Juegan en la arena a las metras, y tremendo lío que forman en esos campeonatos, que si tierrita, que si limpio, que si torre, que si tu no pegas, que juego yo, que tu no faltas, que quítame la tierrita del hombro, y se forma las mar de disputas, que a veces terminan en
puñetazos y en media hora todos amigos de nuevo, como si no hubiese pasado nada.


En el meandro del río se forma una gran playa, toda de arena, salpicada con guijarros redondos en la orilla y cerca del monte,allí el municipio hizo columpios, sube y bajas, toboganes y una gran armazón de tubos que sirven para que los niños la trepen y como monos se deslicen entre esos hierros.


Carlitos toma su caja, que siempre lleva consigo a cuestas y les dice a sus amigos, que debe irse, que no puede jugar más, porque debe trabajar un poco, porque si llega a su casa sin dinero, su madre le regañaría, y su papá podría hasta pegarle. Por lo menos tienes papá. Le dicen algunos.


Todas las mañanas muy temprano, Carlitos baja del cerro, va con su cajita a cuestas, se introduce en los autobuses por detrás, coleándose, se va al río, juega y de allí a trabajar a la ciudad, todavía no va a la escuela. A sus siete años va por las calles
buscando clientes y va aprendiendo a vivir en las calles, se va convirtiendo en un pícaro muchacho, en un ser vivaz, en un futuro bribonzuelo. Carlitos trabaja para ayudar en su casa; a su madre que cría a sus otro cuatro hermanitos, a su padre que trabajaba en la
construcción, pero ahora anda sin trabajo, solo sale a trabajar cuando le salen algunos tiros, y por ahora, no hay mucho trabajo.
Ellos comentan "Por eso de la recesión"" Vaya Usted a saber que es eso". "Ahora le ha dado por beber y pegarnos".


Por eso en la calle Carlitos esta feliz, más tranquilo, sin que su madre lo regañe, ni su papá que le pegue, anda feliz con sus amigos y sus juegos favoritos.


Cuando los muchachos no van al río, porque están en la escuela, el parque se encuentra solitario, sin vida, sin bullicio, solo algún que otro vagabundo merodea por allí, recogiendo latas, botellas de refrescos, que la gente arroja en el parque .A veces se van a cazar
al río; si a cazar, porque el río es tan sucio que no tiene peces.
Ellos cazan la basura que el río trae y a veces alguna sorpresa, como prendas de valor, relojes y algunas piezas de oro, como anillos pulseras, etc. Un día vino un muerto, todos lo vimos, lo arrastraba la corriente, iba con una camisa roja, se hundía en las aguas
pestilentes y luego salía a flote más adelante.


Hoy Carlitos trabaja; camina por la calle lleva; su pantalón corto, sus medias hasta las rodillas, sus zapatos de goma, su franela
a rayas y una cachucha (Gorra) que lo cubre,protegiéndolo del sol.
Va silbando y tarareando una canción, y cada vez que ve a un señor le dice:" Le limpio el calzado señor". Nadie le hace caso, y a veces cuando le paran, lo llaman y el hace su trabajo limpiando el calzado.
Cuando le ordenan pulirlo el se pone muy contento, porque esta operación es más cara, se cobra mejor una pulida que una limpiada.
En la limpiada, un poco de crema una cepillada y ya. Pero en cambio en la pulida ahí hay más trabajo y más ciencia, entra hasta la
saliva, y hay que dar trapo y trapo para lograr que brille ese calzado.


Así vive Carlitos, cuando no juega, trabaja, camina mucho, si anda boleando zapato por las veredas y caminos, aprendiendo a vivir en
ellas. Un día no regresara más a su casa, se quedará en ellas, como tantos miles de niños que viven en esas condiciones, buscando
sustento y vida.




Rubén Patrizi

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